jueves, 19 de octubre de 2017

En defensa propia

Hace años cuando era muy activo con este blog una vez escribí que a mí me pasan cosas que no le pasan a la gente normal porque como blogger era mi destino vivirlas para poderlas contar, realmente he perdido evidentemente el juicio de escribir, mantenerme vivo y pagando las cuentas parece demandar mucho más tiempo que en aquellas épocas de joven estudiante; pero hoy me siento forzado de retomar.
Soy moderadamente adicto a twitter y últimamente por distintas causas que no corresponde tratar en esta oportunidad, he visto un boom de los movimientos feministas con cosas razonables, y otras un tanto, en mi subjetiva opinión, dignas de fanatismos hasta peligrosos... como todo fanatismo. En esta semana parece que el tema de cada día es el acoso, acoso allí, acoso allá, acoso en todas partes, por pensamiento, palabra y omisión, por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa, etc. El caso es que con o sin razón el tema ya me satura, he dado retweet a algunas mujeres que a pesar de ser en general el género que es víctima de este asunto, ya al igual que yo, opinan que el fanatismo está saliendo de lo sano y razonable, también he dado unfollow a algunas personas que antes trinaban cosas chéveres pero que ahora están poseídas y se dedicaron día y noche al temita aquel que no soporto más.
Pero como Andrés sigue siendo blogger de vocación, me tenía que pasar lo contrario para tener que contarlo, esta es mi historia de hoy.
Salí como siempre a hora pico de la oficina y tomé el TransMilenio en la estación Pradera, iba medio lleno así que vi un espacio en el centro del bus y me paré allí, pero luego de un par de estaciones vi que se estaba llenando tanto que si me quedaba ahí me iba a ser imposible bajarme, así que vi un lugar más cerca de la puerta en dónde quedarme, me fui hacia ese lugar y me paré frente a una silla ocupada por una mujer moderadamente joven, diría que estaba como yo, en sus treinta; apenas llegué allí ella me miró no con demasiado agrado, tal vez por mi maletín al frente (para que no me roben), o tal vez porque sí.
Llegando al "hermoso" centro de Bogotá se subió un hombre un poco loco diría yo, pidiendo "200 pesos para un enfermo de SIDA" pregonaba, cosa que no deja de causar cierto temor, uno lo primero que se imagina es que si no le doy dinero me puede morder o inyectar o qué sé yo. Se comenzó a mover frenética y bruscamente a lo largo del bus pidiendo dinero y yo al estar junto a la puerta en una zona bastante llena del bus, pues hice lo que pude (infructuosamente) para evitar contacto con el señor, entre esas acciones fue tratar de pegarme a la silla del frente (la de la mujer de este relato) para que él no me tocara o al menos no pasara demasiado pegado a mí (nuevamente, sin éxito); pero a ella, por su mirada, parece que le disgustaba mucho más mi cercanía forzada, que la presencia del señor aquel que decía tener SIDA para pedir dinero y nos regañaba a todos por no darle.
En una estación adelante, se subió una mujer que llegó a mi lado, con un bolso un poco grande, no tanto como mi maletín pero grande, así que pocos minutos después mi querida amiga se ofreció a llevarle el bolso en sus piernas, yo pensé: "si le molesta tanto mi presencia o mi bolso, debería llevarme el mío no?" pero bueno, el caso es que así fue, llevó el bolso de la señorita y se dedicó a mirarme mal de vez en cuando.
Luego, la compañera de silla de esta señora se levantó, y yo vi la clara oportunidad de sentarme ya que estaba directamente frente a esa silla, pero lo dudé por aquello del malestar que percibía en esta señora, así que me quedé un segundo a la expectativa a ver si ella permitía mi acceso a la silla desocupada o hacía algo raro, lo cual hizo; un movimiento en el cual le entregó el bolso a la señorita de pie y con el mismo brazo evitó que yo si quiera intentara sentarme, así pues la señorita del bolso se sentó y se fueron juntas por una buena parte del resto del trayecto, pero ahora mi nueva amiga se había ubicado junto a la ventana, supuse que para evitar tenerme cerca o algo así.
Pocos minutos después me di cuenta que comenzó a hacer movimientos raros con su iPhone, lo tapaba excesivamente como si tuviera en pantalla su tarjeta de crédito o algo así, y en un momento lo volteó completamente, y me dio la impresión que la cámara estaba apuntando directo hacia mí, y se notaba por la luz de esta, que estaba encendido el monitor, alumbrando parte de su mano, estaba casi seguro que me estaba tomando fotos.
Unas estaciones adelante la compañera de silla (la del bolso) se bajó, así que yo me senté al lado de la fotógrafa, yo trataba de ver si estaba enviando mi foto a algún lado o si tenía redes sociales abiertas o algo así, en un momento ella oprimió ese botón que muestra las aplicaciones abiertas y vi que de primera estaba la cámara, lo cual me sirve de cuasi confirmación que de hecho esta señora sí me estaba tomando fotos y seguía ocultando su celular de manera bastante extrema, como si definitivamente lo que tenía en pantalla no lo podía ver yo ni de fundas.
Finalmente me bajé en Alcalá pero llevo casi 2 horas pensando en qué hará con las fotos que me tomó, me da miedo que sea una de esas abundantes estrellas twitteras feministas enfermizas que ven acoso hasta en las sombras y mañana mi foto esté rodando por redes sociales con la etiqueta de abusador, acosador, que la toqué, que le dije, que me froté contra ella (con el patrocinio del señor con SIDA) o quién sabe qué cosas más.
Este es entonces un escrito que uso en mi defensa, (nuevamente sin esperanza de éxito) porque lo que dice una mujer respecto a acoso es palabra de Dios y yo, en caso de cualquier cosa, seré culpable por defecto, por el sólo hecho de ser hombre.
Espero que mi excompañera de transmilenio no haya subido mi foto con calumnias a redes sociales, pero en caso tal, pues esta es mi versión de los hechos, es que es muy fácil aprovechar la coyuntura para acusar a cualquiera de acosador o abusador, aun sin prueba alguna; pero muy difícil o casi imposible, además sin pruebas, limpiar el nombre de uno luego de semejante cosa.
Gracias y hasta la próxima.